El Poder Sanador Del Sonido

Hay mucho más de lo que oímos, qué lo que oímos
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También está lo que sentimos cuando oímos, o incluso lo que sentimos cuando no podemos escuchar claramente. Mucha gente, varias veces, experimenta una respuesta emocional al sonido.

Puede ser el estremecimiento extático de una canción, complementado con un ánimo de moverse, subir el volumen y cantar. Incluso si la respuesta no es de “acción”, habrá quienes sienten algo a nivel físico, más allá de lo que procesan los oídos: una emoción, un aluvión, un oleaje o una contracción. Algo en la boca del estómago que responde, incluso si la música no ha sido escuchada anteriormente, o la letra, en el caso que la tenga, no sea conocida.

La música importa

En 1990, Mujer bonita con Julia Roberts, nos demostró que no se necesita comprender las palabras de una ópera para emocionarse hasta las lágrimas, por la pasión con la que se cantan. Más allá de Hollywood, esta investigación científica también ha demostrado que la música realmente es el lenguaje universal, incluso cuando los oyentes están expuestos a diferentes canciones de diversas culturas (muchas veces desconocidas), tienen la capacidad de responder de manera adecuada a lo que oyen, identificando entre música para expresar amor, calma, dolor, entre otros.
Si bien se puede sentir una respuesta emocional cuando la voz fuerte o aterciopelada de un cantante favorito suena en la radio, dicha respuesta se puede tener fácilmente y de la misma manera cuando no hay conexión personal, emocional o histórica con lo que se está escuchando. 

Más allá de la música, hay otros sonidos que casi siempre causan sentimientos de sufrimiento, incomodidad o ansiedad: voces elevadas por el enojo, un teléfono que no deja de sonar o conductores que tocan la bocina cuando el tránsito es lento. Los sonidos de la naturaleza, por otro lado, casi siempre están asociados con la creación de una atmósfera tranquilizadora y con restablecer una sensación de paz y calma: el sonido del mar en la playa, por ejemplo, el susurro de las hojas o el canto de las aves. 

Conducta perfecta

¿Por qué el sonido es tan hábil para influenciar el ánimo y las emociones? Una de las razones es el agua, un conductor potente de las ondas con las cuales se forman los sonidos. Se cree que el cuerpo humano está compuesto por aproximadamente un 60% de agua, de hecho, tanto el cerebro como el corazón, ambos asociados con procesar sentimientos, están formados por un enorme 73%. 

Otra razón es que todo lo que existe, todo en el universo - incluido el ser humano - está hecho de energía. De acuerdo con los científicos, todos los átomos - elementos básicos con los que toda materia está construida - están compuestos por vórtices de energía, cada uno de los cuales está permanentemente en movimiento y transmitiendo su propio patrón específico. Dado que el sonido es también una energía vibratoria, su poderosa relación con el cuerpo humano y su efecto en este quizás no sea sorprendente. 

En el siglo XVII, Christian Huygens, inventor del reloj de pie, supuestamente dejó una sala llena de sus impresionantes creaciones para administrar el tiempo, todas con sus péndulos balanceándose a su ritmo particular. Un día después, se dice que el físico regresó y descubrió que todos los relojes se habían alineado y tenían un ritmo sincronizado entre sí. Este fenómeno - de entidades independientes (ya sea un reloj de pie, un metrónomo o la forma humana sincronizándose con un ritmo externo)- se conoce como acoplamiento y es la base de muchas terapias de sonido que buscan aprovechar esa relación energética de manera terapéutica. 

Raíces históricas

Los practicantes de terapias de sonido a menudo usan campanas, cuencos tibetanos o gongs para producir resonancia y vibraciones, las cuales pueden ayudar a curar tanto el cuerpo como la mente. De acuerdo con Lyz Cooper, fundadora de la Academia británica de terapia de sonido, un baño de sonido es beneficioso incluso para quienes tienen una audición limitada, porque aun así son capaces de sentir las vibraciones en su cuerpo. 

¿Crees que suena muy hippie y poco convencional para ser tomado en serio? Piénsalo nuevamente: el sonido ha sido utilizado durante siglos de historia y cultura para promover el equilibrio y el bienestar, tanto físico como mental. Los griegos antiguos, ampliamente renombrados por sus ideas tanto en la cultura como en la ciencia, veían al dios Apolo como una deidad en la medicina y en la música, claramente las dos estaban entrelazadas en su consciencia colectiva. En otro lugar, los americanos nativos incorporaron la flauta a sus ceremonias, mientras los samis de Laponia usaban el ritmo hipnótico de los tambores y los australianos indígenas empleaban el sonido hipnotizador y grave del diyeridú. En todas estas culturas - y en otras además de estas - el sonido ha sido utilizado para atraer estados de meditación, relajación y mayor conciencia, así como para alentar al cuerpo, a la mente y al espíritu a reparar y restaurar. A pesar de la vasta diversidad geográfica de estos y otros grupos, ha existido un reconocimiento añejo que los humanos y el sonido son ambos, en su nivel más básico, energía, y que utilizando varios instrumentos para crear esto, en un nivel de vibración, las personas pueden ser llevadas a una alineación con el espacio y el ambiente que los rodea.

Voces principales

Sin embargo, como señala Lyz, este reconocimiento del sonido como una herramienta sanadora no depende únicamente de la capacidad de oír. De hecho, también se puede acceder de manera “interna” e independiente a los beneficios de la vibración a la cual ella se refiere. “Como seres humanos, estamos equipados con uno de los instrumentos existentes más poderosos - nuestras voces,” dice Lyz. “Y es así, que somos terapistas de sonido naturales, y con el tiempo, hemos evolucionado para influenciar nuestro estado mental a través del sonido, utilizando nuestras voces como partes fundamentales de esto”. Esta capacidad no depende del discurso: el sonido empleado puede ser un tarareo o un lamento - el mantra Om, por ejemplo, el cual se vio por primera vez en una carta en sánscrito del año 1500-1200 AC, resuena dentro del cuerpo, y produce por su tamborileo, una energía vibratoria que estimula la tranquilidad y la energía. 

“Existe una relación entre las cuerdas vocales y los órganos internos y el sistema nervioso”, dice Lyz. “Al utilizar la voz se estimulan esos funcionamientos internos. Se oxigena el flujo sanguíneo y se aviva el cerebro, mejorando, en consecuencia, la concentración. De hecho, una investigación ha demostrado que solo 20 minutos de vocalización pueden ayudar a reducir la hormona cortisol del estrés y mejorar la sensación de calma y bienestar”. 

No es de extrañar que con tanta frecuencia nos aconsejen “dejar salir” o vocalizar nuestros sentimientos. Nótese el uso de “vocalizar”, en lugar de “verbalizar” aquí uno no necesita palabras, ni la capacidad de “hablar” para ser capaz de promover bienestar y tampoco una audición perfecta. El sonido, en este sentido, como vibración y energía, más que en su sentido convencional audible. “Hacer ruido” simplemente puede ser beneficioso, “Retenerlo”, por el contrario, está relacionado con malestares y dolores, tensión muscular, o reacciones del sistema nervioso como transpiración, palpitaciones o falta de aliento. Hacer sonidos como gritar, gruñir, lamentar o gemir no solo son útiles cuando la emoción hace difícil la articulación, sino cuando lo hace la capacidad física. 

Buenas vibraciones

“Una de las áreas del sonido terapéutico que puede ser especialmente beneficiosa para personas con discapacidad auditiva es la terapia vibroacústica”, dice Lyz. “Esto es cuando se reproduce un sonido de frecuencia baja, generalmente incorporado dentro de una música, ya sea por medio de auriculares o, mejor aún, por altavoces, en una silla o en un colchón. Esto es particularmente bueno para una relajación profunda, para el control del dolor y la ansiedad, y también se ha comprobado que ayuda a las personas con desórdenes neurológicos como EM o Párkinson”. 

En la práctica, la terapia de sonido puede tomar diferentes formas. Algunos practicantes trabajan con gongs y cuencos tibetanos, la resonancia de los cuales provee un masaje de vibración de sonido que es oído o sentido por el cuerpo, incluso si no lo es claramente por los oídos. Amanda Grant, jefa de bienestar del CIVANA Resort & Spa de Arizona habla de una actividad realizada por los huéspedes que golpean un gong colgando de un marco de madera. “Luego de golpear el gong, la pregunta es: ‘¿qué oíste?’ – esto es, ‘¿en qué parte del cuerpo lo sentiste?’ Interesantemente, casi todas las respuestas son diferentes”. Los cuencos tibetanos, por ejemplo, pueden ser ubicados en áreas específicas del cuerpo, de manera que su actividad de vibración sea profundamente tópica, liberando los bloqueos alrededor de traumas físicos profundamente arraigados y, al mismo tiempo, alentando el flujo de endorfinas, lo que levanta el ánimo y ayuda a minimizar la incomodidad tanto emocional como física. Para la comunidad de personas con discapacidad auditiva, dice Amanda, esta es una manera única de experimentar el sonido sanador.

Diferentes tipos de sonidos, y por lo tanto de vibración, pueden ser aprovechados y utilizados de diferentes maneras también. Un golpe profundo y penetrante en un tambor puede suscitar una respuesta física, mientras que, al utilizar el mismo instrumento de otra manera, golpeándolo suavemente y tocando su cuero tirante, se puede producir una sensación más meditativa, envolvente o rodeada de seguridad. Lo que está en juego acá es cómo se siente el sonido: en la piel, en la sangre o en el corazón, una herramienta útil incluso en la ausencia de la audición de la caída de un alfiler. 

Oír, sanar

Así como el hecho que una audición perfecta no es necesaria para sentir los beneficios sanadores de la terapia de sonido, también es importante mencionar que incluso es posible que una actividad terapéutica de este tipo mejore la función auditiva, es decir, sane. 

“Existen algunas pruebas tempranas que indican que los cilios de la cóclea del oído se pueden regenerar”, sostiene Lyz. “Algunas personas con las que he trabajado que han tenido una discapacidad auditiva leve han dicho que sienten que su audición ha mejorado por medio de los ejercicios auditivos específicos”. Las investigaciones también han demostrado que la terapia de sonido puede aumentar la eficacia de los dispositivos auditivos. Como dice Lyz, “el sonido es medicina”. Es alentador saber que puede ser utilizado, no solo sin perjuicio de la propia capacidad auditiva, sino también posiblemente para mejorarla.

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