Un viaje acústico a través del verano.
Aún está oscuro cuando los primeros cantos de las aves se escuchan en tu habitación a tráves de la ventana abierta. No mucho después en una mañana típica de verano, un vecino enciende la cortadora de césped y bruscamente te despierta de manera definitiva. Una radio suena en algún lugar, en la casa de al lado los platos se chocan entre sí. Los niños en sus bicicletas aceleran por las calles, haciendo sonar sus campanas salvajemente; en el parque, las hamacas y los sube y baja están chirriando. El mejor lugar para disfrutar del sol es cerca del agua, entonces vas a la playa.
Un recorrido rápido por la obra en construcción con sus estruendosos martillos neumáticos y ya estás en la naturaleza, donde zumban las abejas y sopla una brisa suave. Los grillos y las cigarras están gorjeando, los botes balanceándose sobre el agua. Las estridentes risas de los niños y los ladridos de los perros excitados por el agua se superponen al sonido de gorgoteos. De regreso a casa, tienes una parrillada, el chisporroteo y el silbido, mejorados por el tintineo de los vasos. Los mosquitos se juntan en el estanque y acompañan a las ranas que están croando con su runruneo.
Se levanta un viento ligero, y las hojas de los árboles crujen. A la distancia, oyes un trueno: una tormenta se aproxima. ¡Corres a tu casa antes que la tempestad azote tu jardín! Truenos, viento y relámpagos dan paso a una lluvia constante, cuyo tamborileo en las ventanas te calma para dormir.
La banda sonora del verano
La banda sonora típica del verano consiste en muchos sonidos cotidianos y naturales diferentes, ¡y mucha música! De acuerdo con un estudio de 2019, nuestras preferencias auditivas varían dependiendo de la estación. En el verano, preferimos oír canciones particularmente intensas. La intensidad está determinada por factores como el volumen y el ritmo, las voces y por último, pero no menos importante, el humor: La música veraniega necesita ser alegre, incluso eufórica. Ejemplos de manual de hits del verano recientes son: “Happy” de Pharrell Williams o “Despacito” de Luis Fonsi y Daddy Yankee; los clásicos incluyen “In the Summertime” de Mungo Jerry y “Lambada” de Kaoma.
De acuerdo con el científico mediático estadounidense Michael Grabowski, generalmente preferimos escuchar pop durante el verano. La música pop es una combinación inteligente de repeticiones y nuevos sonidos – y nuestro cerebro reconoce las estructuras rápidamente y sin esfuerzo. Como recompensa, se libera dopamina ¡y nos sentimos felices!
Qué sucede en el cerebro durante los meses del verano
Muchas cosas suceden en la estación más cálida del año - también en nuestros cerebros. Las múltiples facetas del verano ponen en movimiento numerosos procesos neurológicos que afectan nuestro rendimiento y bienestar.
El calor nos da pereza
En verano, generalmente estamos tranquilos y preferimos tomar descansos durante el período más caluroso del día - el ejemplo más famoso es el concepto Español de siesta. Sin embargo, no somos perezosos de repente ni nos dedicamos a la inactividad veraniega más que a trabajar. De hecho, nuestro cerebro es incapaz de hacer lo mismo que hace en invierno, demuestra un estudio publicado en PNAS Journal en 2016. El enfoque de la investigación del equipo liderado por Christelle Meyer de la Universidad de Liège fue la estacionalidad de las funciones del cerebro humano - y los resultados son positivos: Durante los meses del verano, las áreas del cerebro responsables de la atención, como la amígdala, están más activas. Esto significa que el cerebro necesita significativamente más recursos y tiempo para resolver tareas incluso simples.
La luz solar eleva nuestros espíritus
Durante los días más calurosos del verano, la gente está más perezosa, pero por otro lado, la mayoría está de mejor humor - por una buena razón. Como lo demuestra un estudio de 2004 realizado por la Universidad de Michigan, media hora de luz solar es suficiente para animarnos. Luego una investigación de la misma universidad, a su vez, nos muestra que nuestro ánimo mejora simplemente por estar afuera.
En verano, no solo las temperaturas agradables nos invitan a salir de casa. También nos beneficiamos de una cantidad de luz de día significativamente mayor que en otoño y en invierno. Ya hay luz cuando vamos a trabajar y la noche cae tarde. Con el aumento de las temperaturas, desplazamos más y más nuestras vidas hacia afuera y dejamos que tengan lugar en los bares en la calle, los teatros al aire libre y las piletas. La mayor dosis de aire fresco y vitamina D promueve la creatividad y la memoria, mientras que, al mismo tiempo, reduce el estrés y proporciona relajación.
El sonido del verano nos permite relajarnos
El calor, la luz y el sonido del verano nos ponen en un estado diferente, más placentero. En particular, se ha comprobado que los sonidos de la naturaleza son una verdadera cura milagrosa para el estrés - por ejemplo, el sonido del mar.
La NBC entrevistó al psicólogo estadounidense Richard Shuster para un artículo sobre los efectos positivos de la playa en el cerebro. Shuster identifica el flujo de la marea como un factor esencial. De acuerdo con su afirmación, el sonido de las olas desestimula al cerebro: En lugar de alentarlo a estar más activo, tienen un efecto calmante.
Junto con el estímulo visual, de acuerdo con el psicólogo Sally Nazari, el sonido del mar activa el sistema nervioso parasimpático. El sistema nervioso parasimpático, por un lado, nos permite relajarnos y, por el otro, aumenta nuestra atención. Por lo tanto, experimentamos el momento de manera muy consciente.
Sonido y silencio: escucha profunda en la naturaleza
Se ha comprobado que la playa, las montañas, un bosque o una pradera – sonidos de la naturaleza y silencio afectan positivamente nuestra salud. Sobre todo, nos ofrecen la oportunidad de la contemplación. La meditación acústica tuvo un papel fundamental en la vida y en el trabajo de la compositora estadounidense Pauline Oliveros: Con la Escucha profunda, creó un programa orientado a combinar la meditación y la música; su álbum homónimo es considerado un hito del arte del sonido. Definió la práctica de la “escucha profunda” como “una manera de oír de cada manera posible, cada cosa posible, oír sin perjuicio de lo que estés haciendo”. Lo que se puede escuchar son los ruidos y la música, tus propios pensamientos, y la naturaleza.
Pauline Oliveros recomienda una caminata nocturna para una experiencia completa de la naturaleza y dice: “Camina tan silenciosamente que las plantas de tus pies se conviertan en oídos”. Los sonidos en nuestro ambiente natural aumentan de manera única nuestra percepción, incluso más de lo que pueden los estímulos visuales. Con estos días largos y estas temperaturas placenteras, el verano ofrece la oportunidad perfecta para embarcarnos en un viaje acústico por la naturaleza. ¿Con qué sonidos estamos familiarizados? ¿Cuáles son nuevos? ¿Cuáles hemos ignorado hasta ahora porque los dábamos por sentado? Concentrarnos en el sonido y el silencio de la naturaleza puede ayudarnos a mantener una comunión con nosotros mismos y a definir nuestro lugar en el mundo.
Escucha el verano en todos sus aspectos
El sonido del verano llama nuestra atención por completo: Desde el zumbido de la abeja, hablar con amigos hasta el sonido de la cortadora, quieres oír todo. Dado que a veces puede ser bastante fuerte, es esencial proteger tu audición. Una audición saludable, buena, significa una participación activa y un aumento en la calidad de vida. ¿Has notado que te resulta difícil seguir una conversación u orientarte en varios ruidos de fondo? No dudes en hacerte una prueba auditiva. Si te diagnostican una deficiencia auditiva, aquí hay numerosas soluciones adecuadas. De esta manera, ¡podrás disfrutar el verano en todos sus aspectos!
