Reajustemos el volumen

Las ciudades modernas son ruidosas, pero sus sonidos individuales tienen un carácter propio. Dejémolos libres.
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El ruido de la ciudad está en todas partes. Convivimos con él, dentro y fuera de nuestras casas.

Define la vida urbana contemporánea, en todo el mundo. Surge de la tierra y el aire. Proviene de los humanos y los animales en la calle y en los edificios, y en los coches y máquinas en nuestras carreteras.

En comparación con otros aspectos de nuestro ambiente de la ciudad tales como la contaminación del aire y el humo de segunda mano, existen relativamente pocos estudios sobre el impacto del ruido. Las anteriores investigaciones se han centrado en los efectos del ruido ocupacional, y más recientemente se han ampliado al efecto del ruido social como es el caso de la música y los conciertos. A medida que nuestras ciudades se han vuelto más ruidosas, solo recientemente los científicos se han cuestionado el impacto del ruido urbano en nuestra audición.

El ruido de la ciudad impacta en nuestra audición y salud

En un estudio de 2012, investigadores de la Universidad de Michigan encuestaron a 4.585 neoyorquinos acerca de la frecuencia y cuánto tiempo pasaban en entornos y actividades ruidosas, incluidos sus trabajos, sus desplazamientos en metro, su asistencia a eventos deportivos y conciertos, el uso de herramientas eléctricas y escuchando música. A continuación, los investigadores calcularon el promedio de exposición y descubrieron que el 91 por ciento de los usuarios de tránsito y el 87 por ciento del resto estaban excediendo los límites de ruidos establecidos por la Agencia de Protección Ambiental. Si se exceden estos límites de manera regular, las personas corren un mayor riesgo de pérdida auditiva a consecuencia del ruido.

Pero parece que el ruido de la ciudad no tiene solo un impacto en nuestra audición sino también en nuestra salud en general. Bruitparif, una organización sin ánimo de lucro que monitorea los niveles de ruido ambiental en la ciudad de París, publicó un informe en 2019 que combinaba proyección médica de la Organización Mundial de la Salud con sus propias evaluaciones dentro y alrededor de París. Llegó a la conclusión que un residente medio de cualquiera de las partes más ruidosas de Île-de-France, que incluye París y sus alrededores suburbanos, perdía “más de tres años de vida saludable”, en el transcurso de su vida, por dolencias exacerbadas por el ruido causadas por el transporte en las ciudades. Estos efectos sobre la salud incluyen el tinnitus, trastornos del sueño, cardiopatía isquémica, obesidad, diabetes, resultados adversos en el parto y deterioro cognitivo en niños.

No todos los sonidos son iguales 

No se puede negar: el ruido repetitivo del tráfico y las sirenas en las grandes áreas urbanas no es bienvenido para nada. También se trata de un ruido no opcional porque estos ruidos impactan directamente en nuestra puerta, no podemos evitarlos (a diferencia de la música alta en los auriculares o en un concierto)

Pero, así como algunos estudios han señalado el daño que el ruido no deseado puede causar, otros también han intentado encontrar los aspectos positivos. Proyectos como Positive Soundscapes, fundado por el Consejo de Investigación en Ciencias Físicas e Ingeniería en Gran Bretaña, se propuso desafiar la consideración generalizada de que los sonidos en el ambiente son fuertes y negativos. Los investigadores encontraron sujetos que veían positivamente los sonidos como neumáticos mojados, el asfalto lleno de baches, el rugido distante de un paso elevado, el estruendo de un tren en la superficie y el ruido sordo de los graves en la parte exterior de un club nocturno.

El estudio también ha detectado que el tono juega un papel importante en si los sonidos son placenteros o no. Los sujetos encontraron que un sonido muy agudo como el zumbido de una avispa les resultaba desagradable mientras que un sonido como el bajo que proviene de una pared de un club nocturno, que es fuerte pero bajo, les resultó más suave.

Quizás existe un argumento para mejorar los ruidos positivos y los tonos en nuestras ciudades, en lugar de reducir el volumen de todo el ruido por completo.

Reduciendo simplemente los sonidos intrusivos

En lo que se refiere a los estudios sobre ruido, la pandemia del Corona ha sido un tiempo muy útil para la investigación. El confinamiento en la mayoría de las ciudades ha significado que muchas personas no hayan viajado o interactuado demasiado en el ámbito público, y todo ello ha reducido el ruido general en nuestras ciudades.

Pero, ¿esto ha tenido un desarrollo positivo? El sitio web Memoria y Ciudades ha demostrado un cambio auditivo desde que llegó el confinamiento. Durante la pandemia lanzaron un nuevo mapa sonoro global de colaboración colectiva invitando a las contribuciones sonoras de las ciudades de todo el mundo. El proyecto descubrió que muchas ciudades tenían sus propios “paisajes sonoros” y la pandemia sirvió para mejorar los sonidos del mundo natural como el canto de los pájaros.

Es interesante señalar que, por lo menos en Nueva York,las quejas por ruido no bajaron necesariamente durante la pandemia. El sonido de los televisores de los vecinos y las cortadoras de césped podría parecer incluso más intrusivo cuando estamos solos en casa y un aspecto positivo del ruido del tráfico es que, a menudo, funciona para ahogar otros indeseables ruidos. Los investigadores todavía se están preguntando si la gente tiene nostalgia de los ruidos que una vez caracterizaron nuestras ciudades. Arline Bronzaft, un psicólogo medioambiental que ha estudiado durante mucho tiempo la contaminación acústica en la ciudad comentó recientemente en el New York Times que “las personas echan de menos los bocinazos y las multitudes”.

El ruido: una relación compleja

Tenemos una relación compleja con el ruido en nuestras ciudades. Mientras que un determinado volumen es un riesgo para nuestra salud, muchos de los sonidos de la ciudad parecen ser agradables. La pandemia del Corona nos ha permitido experimentar una ciudad mucho más silenciosa permitiendo que aparecieran sonidos más naturales y, sin duda, mejorando otros sonidos no naturales. Como ahora la contaminación acústica se abre paso en las agendas de los políticos, los legisladores tienen la tarea de proteger nuestra audición mientras permiten que los “paisajes” de nuestras ciudades canten su propia melodía individual.

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